martes, 28 de abril de 2015

La palmera levantina (Miguel Hernández)

LA PALMERA LEVANTINA

La palmera levantina, 
la columna que camina.
La palmera... La palmera...

La palmera que camina, 
 la que otea la marina,
la mediterránea era.

La que atrapa la primera
ráfaga de primavera,
la primera golondrina.

La que araña los luceros
y se ciñe los encajes de las nubes
a los zancos datileros.

La que brinda sol en grano al verderol.
La que se arroja de bruces contra el sol.

El magnífico incensario
que se mece solitario.
La palmera... La palmera...

Al final de una colina,
contra azul extraordinario...
La palmera levantina.

La palmera lo primero
que ve el ojo marinero
de los mares de levante.

La palmera la que acuna
al arcánger de la luna,
la palmera de Alicante.

Vedla, fina, palpitar en el confín.
Vedla, presa en la retina de Azorín.

Como manos compañeras,
al dejar mis anchos valles
y marchar de una mentira bella en pos,
como manos, desde fondos
de orizontes y colinas
me dijeron las palmeras levantinas,
<<¡adiós!>>

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